CUENTOS GANADORES DE LA CONVOCATORIA LITERARIA INFANTIL
 “LA TÍA LALA NOS CUENTA”

CAPERUCITA DEL ROJO

Había una vez una niña que vivía en un pueblo llamado Trevelin, su nombre era Caperucita Roja. Ella tenía 10 años, su pelo era dorado como el sol, sus ojos celestes como el cielo y su piel tan blanca como la nieve eterna de la cordillera de los Andes.
            Su abuela, que había venido desde muy lejos, cruzó el océano cuando era muy pequeña junto a sus padres y a otras personas a bordo de un velero llamado Mimosa.Cuando llegó a la Patagonia se fue a vivir a la montaña de Trevelin, allí formó su propia familia y cuando envejeció tuvo una hermosa nieta llamada Caperucita.
            Caperucita creció y todas las tardes visitaba a su abuela a la hora de la merienda. La abuela la esperaba con el tradicional té galés, tan rico y delicioso porque se acompaña con tortas, tostadas con manteca y escones con pasas de uva amasados y cocinados por la mamá de Caperucita y ella los llevaba en una canasta mientras paseaba por el bosque cordillerano.
            Hasta que un día, la mamá le dio una torta negra y entonces, atravesando los árboles se encontró con un feo zorro gris que le dijo: 
            -¿A dónde vas pequeña y dulce niña?  
            - A la casa de mi abuela -contestó la niña-. 
            -¿Y qué llevás adentro de esa canasta? -dijo el zorro-.
            -¡Pero qué animal más preguntón! ¿Trabajás en la policía o para el FBI? Acá llevo una torta negra que hizo mi mamá con una receta que le enseñó mi abuela de Gales hace mucho tiempo -dijo Caperucita-.
            El zorro volvió a preguntar: 
            -¿Me convidás? 
            -Sí, te convidaría pero tengo dos problemas, el primero es que no tengo cuchillo para cortar y el segundo es que mi abuela me está esperando para ver el clásico de fútbol “RACING VS.  EL ROJO (el mejorrrrr)” y que ya está empezando y estoy llegando tarde. ¿Me dejas pasar?, de regreso te traigo una porción -respondió ella.
            El zorro hambriento no respetó lo que le pidió y fue a la casa de la abuela mientras Caperucita caminaba hacia allí. El zorro enojado decidió rápidamente entrar a la casa aprovechando que Caperucita y la abuela se estaban poniendo la camiseta para alentar al ROJO. El zorro ingresó a la cocina  y se comió toda la torta negra escondido debajo de la mesa.
            Cuando Caperucita y la abuela vieron que la torta ya no estaba en la cocina, siguieron las migas y encontraron al zorro tirado sobre los tulipanes del jardín que se encontraban en la parte trasera de la casa. El zorro tenía la panza hinchada como un globo y se arrastraba como un lobo marino porque estaba muy empachado por todo lo que había comido.
            La abuela, como sabía curar el empacho, lo agarró y le tiró el cuerito, le hizo un té de hierbas para que mejorara. El zorro, cuando logró sentirse mejor, le pidió disculpas y le prometió ser del ROJO. Finalmente, todos juntos disfrutaron del partido pero esta vez con un vaso de agua y una buscapina.

Valentino Papaiani.
 Escuela del Sol (ENP Nº 1028)
Trelew, Chubut.

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