CUENTOS GANADORES DE LA CONVOCATORIA LITERARIA INFANTIL 


“LA TÍA LALA NOS CUENTA"

CAPERUCITA VERDE Y EL PANGUI (PUMA) FEROZ

Había una vez una niña muy buena que vivía en Aldea Epulef con su mamá. Un día, su mamá le regaló para su cumpleaños una capa color verde, que era el color favorito de la niña por ser el color de la naturaleza. A la niña le gustó tanto su capa que la usaba todos los días, y por eso todos los vecinos de la Aldea la comenzaron a llamar Caperucita Verde. 
            Una tarde, la mamá le pidió a Caperucita que le llevara a la abuela, que vivía en las sierras, una canasta con charqui y tortas. Y cuando le entregó la canasta, le dijo a Caperucita que tuviera mucho cuidado en el camino a la casa de la abuela, ya que tenía que caminar por todo el campo, y se podía cruzar con el Pangui Feroz. Le dijo que no se detuviera por nada del mundo y que no hablara con desconocidos.
            Caperucita Verde comenzó a caminar para ir a la casa de la abuela. Iba cantando muy alegre. En un momento, se detuvo en el camino para buscar hierbas en los montes para llevarle a la abuela, así se hacía un té calentito. En ese momento, se cruzó a un gaucho muy amable que ella conocía de la Aldea. Era Don Felix que andaba encerrando yeguas en el campo. Don Felix la saludó con una sonrisa y le preguntó a dónde iba, a lo que Caperucita le contestó que a lo de su abuela, y que se tenía que apurar así no se le hacía de noche. 
            Y así fue que Caperucita siguió caminando hacia la casa de su abuela en las sierras, sin darse cuenta que alguien muy feroz la estaba espiando detrás de un monte. ¡Era el Pangui! De repente se acercó a Caperucita y le tocó la espalda. La saludó y Caperucita, que era una niña muy buena, le respondió el saludo. Entonces el Pangui le preguntó: 
            -¿A dónde vas Caperucita?
            Caperucita que no se daba cuenta de las malvadas intenciones del Pangui le contestó: 
            -A la casa de mi abuela. 
            El Pangui le deseó buen viaje y desapareció entre los montes. Pero en realidad, se escondió y, sin que lo viera Caperucita, tomó un camino más rápido y fue corriendo muy veloz a la casa de la abuela para llegar antes que Caperucita. 
            Cuando el Pangui llegó a la casa de la abuela tocó la puerta y la abuela, pensando que era su nieta Caperucita Verde, abrió la puerta. El Pangui rápidamente saltó sobre la abuela y se la comió. Entonces… ¡Se le ocurrió una malvada idea! Se vistió con la ropa de la abuelita y se acostó en la cama, para esperar a Caperucita, que pronto estaba por llegar, y comérsela a ella también.
            Cuando por fin Caperucita llegó a la casa de su abuela, tocó la puerta y el Pangui, poniendo voz de abuelita, le gritó: 
            -¡Pasá Caperucita, estoy en la cama porque no me siento bien!
            Entonces Caperucita pasó y fue hasta la habitación. Apenas llegó, se acercó para darle un beso, saludarla y mostrarle todo lo que le había llevado en la canasta. Cuando estuvo muy cerca, sorprendida le comenzó a decir a su abuela (que en realidad era el Pangui disfrazado): 
            -Abuelita, ¡qué nariz tan grande tenés! 
            A lo que el Pangui le contestó: 
            - Es para oler mejor todos lo que me trajiste en la canasta.
            -Abuelita, ¡qué ojos tan grandes tenés! -dijo Caperucita-.  
            -Son para verte mejor -el Pangui le contestó-.
            Caperucita, sorprendida por el aspecto de la abuela, siguió preguntando: 
            -¿Y por qué tenés las orejas tan grandes?. 
            -Son para escucharte mejor -dijo el Pangui-. 
            Por último, Caperucita Verde le preguntó: 
            -¿Y por qué tenés la boca tan grande? 
            El Pangui, saliendo rápido de la cama, le contestó: 
            -¡Son para comerte mejor! -en ese mismo momento dio un salto ¡y se comió entera a Caperucita Verde!-. El Pangui relamiendose, comenzó a sentir la panza muy gorda y pesada por tener adentro a la abuela y a Caperucita, así que decidió dormir una siesta en la cama de la abuela.
            En ese mismo momento, en el que el Pangui se acostó a dormir la siesta, Don Felix terminaba de hacer su trabajo en el campo, y se empezó a preocupar porque no vio volver a Caperucita Verde. Así que pensó: -Seguramente Caperucita está en problemas y el Pangui la está molestando-. El gaucho ensilló su tobiano y salió al galope entre las sierras hasta la casa de la abuela. 
            Cuando llegó, golpeó la puerta de la casa y como nadie lo atendió, entró. Al llegar a la habitación se encontró al Pangui dormido con la panza muy gorda. Así que fue hasta su caballo y buscó entre sus cosas una tijera para esquilar. Con la tijera, Don Felix cortó la panza del Pangui, sin que se diera cuenta ni que se despertara,  y rescató a la abuela y a Caperucita Verde. 
            Y se le ocurrió una idea para darle una lección al Pangui. Fue a buscar piedras por el campo con la ayuda de la abuela y Caperucita, y le rellenaron la panza de piedras sin que el Pangui se diera cuenta porque seguía durmiendo. La abuela que tenía hilos y aguja, le cosió la panza al Pangui y se alejaron los tres de la casa. 
            Cuando el Pangui se despertó de su larga siesta, se seguía sintiendo lleno por las piedras que le habían puesto en la panza. De repente le dio mucha sed, así que se levantó de la cama, salió afuera de la casa y fue hasta el pozo a tomar agua fresquita. Cuando se agachó a tomar agua, estaba tan pesado por las piedras, que se cayó al pozo ¡Y se ahogó!
            Desde ese día en el campo y en la Aldea están todos muy felices y ya no tienen miedo del Pangui feroz y malvado. Y Caperucita aprendió que no tiene que darle explicaciones a desconocidos.
            Y colorín colorado, este cuento, se ha terminado.


Autores:
Nahiara Arbe Calpican, Amarilis Quintulipe, Emma González Carriman, Isaías Antipan, Josefina, Fernández Palomino, Matías Quepimil, Miqueas Antipan, Nahuel Pilquiman, Nehen González Llanos, Zoe Cassi.
Sala Multiedad de la UEM 129
Aldea Epulef, Chubut


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