CUENTOS GANADORES DE LA CONVOCATORIA LITERARIA INFANTIL 
“LA TÍA LALA NOS CUENTA"
CAPERUCITA ROJA EN EL VALLE

Unas cuantas semanas atrás en una calurosa tarde de Gaiman, como las que suele haber en verano en el valle, una niña llamada Caperucita Roja organizó con su abuela una merienda en la casa de té. A la niña la llamaban Caperucita Roja porque siempre usaba una larga capa roja en invierno y una vandana colorada en verano, para cubrir su cabeza del sol.
            Tras el OKde su abuela, por mensaje de WathsApp, Caperucita se dirigió hacia la famosa casa de te Melyster, que significa Dulzura en Galés, con ansias de charlar con su abuela y, sobre todo, para probar la torta galesa, los sgonaw o scons y el exquisito té.
            Mientras la niña caminaba entre los árboles, por la orilla del río Chubut, alguien la observaba detenidamente, era ¡¡¡el Lobo Feroz!!!
            Flor de susto se dio la niña cuando vio al lobo frente a sus narices:
            - ¿Dónde vas niña?
            - Voy a la casa de té para encontrarme con mi abuelita -respondió Caperucita-.
            En ese momento el astuto lobo le propuso un desafío: una carrera hasta la casa de té. Sin saber las intenciones del lobo y sin acordarse de las recomendaciones de su madre (no hablar con extraños y nunca tomar sola el camino del túnel), Caperucita aceptó.
            -Dulce niña, tu tomarás el viejo camino del ferrocarril, mientras que yo iré por el camino más largo, entre las viejas capillas galesas y las deliciosas ovejas de las chacras cercanas, dijo el lobo.
            A la cuenta de tres: ¡1, 2, 3! ambos se lanzaron a correr.
            Caperucita tardó mucho en cruzar el túnel de la vieja estación de ferrocarril porque a los pocos metros de haber ingresado, todo se volvió oscuro… oscuro como la boca del  mismísimo lobo. ¡Y qué miedo que nos da la oscuridad! 
            Al cabo de media hora, el lobo ya se había comido cuatro ovejas y retozaba al sol mientras que la niña no lograba salir del túnel. Decidido a ganar el desafío y comerse a la niña y su abuela, se vistió con la ropa que encontró en un establo de una hermosa chacra y se fue a la casa de té.
            Al mirar a los comensales detectó a la abuelita leyendo una revista de deportes extremos y se sentó a su mesa.
            -Buenas tardes querida abuelita, traigo un mensaje de Caperucita para usted -dijo el lobo-.
            -Buenas tardes -dijo la abuela acomodando sus gruesos lentes y tratando de enfocar el rostro del joven que amablemente se presentaba a su mesa -.
            -Caperucita no va a llegar a la hora del té y la visitará más tarde en su casa- dijo el lobo-.
            Ambos salieron caminando despacio de la casa de té y antes de llegar a la pintoresca  casa recubierta de piedras de la abuelita, el lobo se la tragó de un bocado. Pesado y cansado decidió tomar una siesta, pero su sueño se vio interrumpido por la presencia del campesino a quien el lobo, no sólo le había robado su vestimenta, sino que también era el cuidador de las ovejas que aún saltaban en su gran barriga.
            Del susto que se pegó el lobo, abrió la boca tan grande que la abuela salió despedida  al igual que el pequeño rebaño que se había tragado. En medio de la confusión vio llegar a la señora loba muy enojada, que se acercaba con el delantal puesto y el palo de amasar en la mano, reclamando la harina que le había encargado horas atrás.
            Sin pensarlo dos veces, el lobo se tiró al río y se escapó nadando.
            Finalmente Caperucita llegó a la casa de té, y al no ver a su abuelita, se dirigió hacia la casa cargada de tortas para disculparse por su demora. Allí encontró reunidos en la mesa al campesino, la loba y su abuela quienes no lograron explicarle lo sucedido, porque no podían parar de reírse al recordar la cara de susto del lobo al alejarse por el río.
Y colorín colorada, de este cuento no queda nada…

Lola García.
            Escuela Provincial Nº 158
Puerto Madryn, Chubut

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