"Reflejos" 2do 2da Escuela Nº724 Trelew


Reflejos 

Microrrelato de Pep Bruno.
(Sacado de Twitter.)
Ni cobertura, ni mapa, ni senda para desandar,,, solo arena. La excursión por el
desierto fue bien hasta la muerte súbita del guía.
Actividad: ¿Cómo seguirías la historia?
Microrrelato
Ni cobertura, ni mapa, ni senda para desandar, solo arena. La excursión por el
desierto fue bien hasta la muerte súbita del guía. Estábamos con mi familia y
aunque el guía haya muerto y no tenemos nada, volveremos atrás para ver si
encontramos agua, ayuda o aunque sea, solo arena.
Rodrigo Kohler

Andábamos de excursión en el desierto. Caminamos tres kilómetros y estaba
sediento. Junto a mi guía, luego de un rato, nos sentamos debajo de una roca
para estar un momento en la sombra. A lo lejos, se acercaba in hombre
montado en camello. El guía hacia señas para poder llamarle la atención.
Cuando lo logró, el hombre en el camello apuró sus pasos. Parecía que tenía
buenas intenciones. Entonces vimos de lejos que nos apuntaba con un arma y
salimos corriendo. El guía corría más lento que yo y se quedó atrás. El hombre
montado en el camello disparó desde veinte metros y mató al guía de un
balazo en la cabeza.. Yo mientras escapaba, tropecé con una piedra y me
lastimé el tobillo. Me dolía para correr, entonces me senté en el suelo y esperé
que venga el del camello. Cuando llegó me dijo que mató a mi guía porque en
realidad no era un guía, sino que era un asesino, que llevaba personas por el
desierto, para matarlos. Santiago Montecino.

Al morir el guía, yo y los demás teníamos que descansar. Frenamos en un
lugar con los únicos tres camellos que traíamos. Todos se durmieron, menos
yo. Lo pensé, tomé mis cosas, las puse en dos mochilas, robé las cantimploras
y la comida de los demás y me fui en un camello. Luego de andar sin descanso
por dos días, encontré una ciudad con un aeropuerto. Compré un pasaje, y
volví a Argentina.
En el viaje me recosté y pensé… maté a 17 personas, robándole sus
provisiones. Mío, Agustín

Desierto.
Los amigos del guía siguieron, al principio no lo querían dejar, pero siguieron.
Al inicio estaban cansados, tenían sed y hambre. De repente, se encontraron
un camello con montura. Se preguntaban de quien era. Ahí cerca había un
hombre y les preguntó qué hacían ahí y si querían agua. Le dijeron que si. Les
dio agua. Uno de ellos le sintió un sabor raro. Se desmayaron. Cuando se
estaban despertando ya no estaba el hombre, había desaparecido sin dejar
rastros.

Ciro Sena.

Desierto. Capítulo 1
“Ni cobertura, ni mapa, ni senda para desandar… solo arena. La excursión por
el desierto fue bien hasta la muerte súbita del guía.”
Rápidamente fuimos con el guía. Vimos que el tiro había sido en la cabeza.
Todos pensaron lo mismo, se había suicidado. Tenía un arma en la mano y no
había nadie en kilómetros. Agustín agarró el arma, todos en mi grupo estaban
asustados. Todos, éramos: Agustín, Franco, Facundo, Brian Enzo y yo.
Después de calmarnos bajamos al guía del Jeep y pensamos porqué se habría
suicidado. No le encontramos explicación lógica. No sabíamos qué hacer.
Entonces decidimos esperar hasta el día siguiente, para ver si nos
encontraban. El guía decía que teníamos comida y bebida para una semana. Al
día siguiente no llegó nadie. Pasábamos el tiempo leyendo un libro de como
conducir un Jeep, aunque el único que lo entendió fue Facundo.
En el camino nos entró demasiada arena al motor. Por suerte Enzo sabía
limpiarlo, pero le tomaría uno o días para limpiarlo por completo. Al momento
de abrir el capot, Pam!!!! Puro humo, el motor estaba fundido, eso no lo
podíamos arreglar. Nos preocupamos y teníamos miedo de morir, pero Brian
siempre daba ánimos para que no decayéremos. A pesar de que todos se reían
de las estupideces de Brian, Franco y yo nos preocupábamos y estábamos
planeando como salir del desierto. De pronto la brisa se hizo viento y el viento,
tormenta.
TODOS AL JEEP!!!!!! gritó Agustín. Todos corrimos rápidamente adentro del
vehículo y nos cubrimos con frazadas. Después de una noche dura, se
despertaron los dos únicos que pudieron dormir, Brian y Facundo. Todo el Jeep
estaba cubierto de arena. Nos quedaban, según los cálculos que había hecho
el guía, tres días hasta que se nos acabara la comida. Agarramos toda la
comida, bebida y todo lo que nos sirviera y salimos al norte, con el ánimo bajo.
Yo hice una competencia de quien sabía más de computadoras. Luego de una
discusión decidimos que fue un empate entre Brian y Agustín. Yo me moría de

la risa de cómo se peleaban. Después de cinco horas caminando, decidimos
descansar media hora. Hablamos de nuestros secretos y lo que íbamos a
hacer si salíamos de ésta.. Agustín y Franco iban a trabajar con el padre de
Agus, yo iba a trabajar con Tomás y su papá. Brian todavía no sabía. Facundo
iba a trabajar en carreras de autos y Enzo dijo que iba a trabajar en una
empresa de autos. Después de descansar un rato, seguimos en el camino al
destino que nos esperaba. Caminamos mucho. Se hizo de noche. Comimos.
Agustín contó como ayudaba a su papá en el trabajo. Enzo, Franco y yo
repartimos la comida en partes iguales. Brian y Facu, peleaban como siempre.
Enzo miraba en su celu, que lo prendía quince minutos al día, una foto de su
familia. Luego de comer todos quedamos en silencio, y yo para que no haya
ese silencio triste empecé a hablar de mis amores que no funcionaron y los
forros se reían de como actué en cada situación. Agus me decía gato como
siempre y todos nos reímos. Nos fuimos a dormir, pero yo no dormí en toda la
noche pensando en qué podía hacer para que saliéramos del desierto.
De pronto me angustié, porque qué íbamos a hacer, si ninguno de nosotros
habla iraquí? Me preocupé muchísimo pero me quedé callado para no
preocupar a los demás.
Al quinto día caminamos unos 100 kilómetros y ya estábamos muy cansados.
Como si fuera poco, Enzo de desmayó del agotamiento. Le dimos agua y
armamos una carpa para una persona. Decidimos que solo dos chicos
siguieran el camino, solo los que tenían más fuerza para continuar y no se
cansaran rápidamente. Brian y yo salimos. Franco, que era el encargado de la
comida, nos dio nuestras raciones de los días que nos quedaban y salimos.
Brian iba llorando y sin mirar atrás. Yo tenía ganas de hacer lo mismo, pero si
lloraba, ninguno iba a estar bien en el camino. Hablamos de un montón de
cosas. De pronto vimos un punto en el horizonte y decidimos caminar hasta
allá. Al llegar, vimos que era un pozo de agua. Rápidamente juntamos todo lo
posible, buscamos alrededor si había algo, pero solo encontramos una caja con
candado. Brian sacó la pistola que le había robado a Agustín y le dije que
tuviera cuidado. Le disparó al candado. Cuando abrimos la caja, solo había un
mapa que por suerte era de Irak, un cuchillo y una pistola, que agarré yo. Brian
jugando con la pistola, (ya le había dicho que no lo hiciera), se disparó en el pie

por error. Yo le quité el arma. Le desinfecté el pie con agua oxigenada. Menos
mal que yo era el “médico” del equipo y tenía lo necesario para ayudarlo.
Después de vendarle el pie, le di una piña por haber estado jugando con la
pistola cuando le dije que no lo hiciera. Como no podía caminar tuvimos que
armar una camilla para llevarlo, pero nos iba a tomar el doble de tiempo llegar
al destino que marcamos en el mapa. Los chicos, en el día que no estuvimos
cuidaron de Enzo. Cuando despertó una hora después, le dieron agua y
comida. Jugaron a Verdad o Reto para pasar el tiempo. Así pasó otro día.
Nos quedaban provisiones para un da más. No perdimos la esperanza de que
lo pudiéramos lograr, ya que ese día se acababa la comida para los seis. Nos
quedaban unos veinte kilómetros para llegar al punto donde creíamos que
estaba el campamento. Creo que íbamos más rápido, después de una hora
caminando, Brian tenía razón. Ahí estaba. Lamentablemente, el pie de mi
compañero se infectó y se lo tuvieron que amputar. Recordamos que los chicos
seguían en el desierto. Se nos re olvidó. Cuando llegamos, los chicos lloraban.
Enzo estaba tirado en el suelo. Estaba muerto.
Capítulo 2.
Tardamos, pero pudimos enviar el cuerpo de Enzo en un avión para Argentina.
Nos sentimos muy mal.
Brian y yo viajamos durante dos días con un policía, un investigador o
detective, no me acuerdo bien, y otro guía. No nos fue fácil encontrar el lugar
del suicidio. El cuerpo olía terrible. Lo cargaron al Jeep y nos fuimos. Cuando
llegamos de nuevo al campamento, todos querían ver el cuerpo, pero estaba
en una bolsa azul, lo llevaron a un área restringida y no lo vimos más. Nos
entregaron los resultados de la autopsia de Enzo. Había muerto de hipertermia.
Acostado en una carpa, a más de 50 grados, con raciones reducidas de agua,
era obvio, nos dijeron. Sin embargo, los chicos no podían haber hecho otra
cosa, las raciones no alcanzaban, hubieran muerto los tres si le cedían su
agua. El gobierno, junto al cuerpo, le entregó 250.000 pesos a la familia, por lo
sucedido, pero nada iba a cambiar nada. Nada le devolvía la vida. Enzo
regresó, pero muerto.

Con Lucio, que ya era nuestro amigo, nos metimos al área restringida donde
tenían el cuerpo del guía. Allí vimos muchos artefactos y cálculos súper
complicados. No entendimos un rábano. N el fondo de la sala estaba el cuerpo
cortado. Olía horrible. A Lucio le pareció raro que nadie estuviera vigilando,
pero cuando nos volvimos, el detective estaba diciendo “ uff no me dejan en
paz, siempre preguntando lo que pasó con el cuerpo, solo quiero un minuto de
paz!” Lucio se escondió detrás de una de las puertas que daba a la salida. A mí
no me quedó otra que meterme debajo de la cama donde estaba el cuerpo. El
detective seguía hablando solo “si alguien se enterara que yo te mandé a
suicidar me cortarían el cuello, pero me obligaste a esto. Será mejor que nadie
se entere.”
Por suerte salió del lugar. Lucio y yo tratamos de salir lo antes posible de allí.
En eso estábamos cuanto entró un policía y una enfermera. Apenas nos
alcanzamos a esconder de nuevo. Hubiéramos preferido no ver sus besos y
otras cosas. Cuando logramos salir sin que nadie nos vea, acordamos no
contar nada de lo que sabíamos. Teníamos miedo que el detective nos matara,
o algo peor, si se enteraba que lo habíamos oído.
El campamento era grande, según lo recuerdo. Había unas cincuenta carpas.
Algunas muy grandes, otras pequeñas. La que me tocó a mí era de sesenta
personas. Estábamos Lucio, Agustín, Brian, Franco y Facundo. Lucio se unió a
nuestro grupo porque Enzo ya no estaba. También había un gato de raza
sphynx. Como no tiene pelo, a los chicos les parecía horrible, pero a mí me
encanta esa raza. Es mi segunda raza favorita.
Capítulo 3
Al pasar los días, todo el campamento se iba olvidando de lo sucedido. Las
actividades se estaban retomando, por lo que pronto casi nadie iba a estar allí.
Me preocupó un poco pero no le di importancia. Fuimos a una ciudad muy
linda. No me acuerdo el nombre. Lo que sì me acuerdo es como se reían de
nuestra ropa, como iban vestidas las chicas, pero a nosotros no nos importó.
Nos miramos con Lucio, y empezamos a hacer fronflips y otros trucos de
parkour, si íbamos a ser el centro de atención, que sea con razón. La policía
nos empezó a perseguir. Nos aplicaron una multa de 5000… no sé qué, pero

pesos no eran. Cuando regresaron al campamento hubo una gran explosión.
Todos empezaron a gritar y se desesperamos. Nuestra carpa no se destruyó.
Sacamos las mochilas como pudimos y salimos corriendo. Era un ataque
terrorista. Cuando intentamos alejarnos, unos señores nos arrinconaron y nos
subieron a una camioneta. Tratamos de escapar, por esos nos golpearon.
Cuando despertamos estábamos en un lugar con otro tipo de carpas, nos
pareció raro que hablaran español. Estábamos todos muy asustados como
para pensar en eso. De repente, unos hombres vinieron y nos llevaron a otra
carpa. Alcancé a decirle a Lucio que no diga nada. Nos separaron. Me hicieron
entrar a un lugar donde había una hoja que debía contestar.
Había cinco preguntas. Las leí y me puse a reír. Les pregunté si de verdad
tenía que contestar y me dijeron que sí. Entonces puse: ¿Lo obligaron a venir a
Irak?: NO. Bueno, sí. Yo no quería venir pero mi mamá me dijo que si venía me
daba chocolate.
¿Usted estaba con el guía cuando se suicidó? Si, estaba comiendo un
chocolate con mis amigos.
¿Ud. conocía al guía?: La verdad no lo conocía, pero le ofrecí un trozo de
chocolate.
¿Sabe quién lo mandó a suicidar? Sí, se quien lo mandó a suicidar, también sé
que el chocolate es muy rico.
¿Usted es cómplice?: Yo no soy cómplice, pero un amigo murió gracias a que
ese hombre se suicidó. También gracias a ese hombre me falta una tableta de
chocolate porque él se la comió.
Cuando leyeron mis respuestas me mandaron a llamar inmediatamente. Lucio
me preguntó por qué dije la verdad. Lo hice para que liberaran a los demás. Me
tendría que quedar solo yo ahí. Pero no le dije nada.
Cuando volví a entrar al lugar me preguntaron directamente: ¿Quién mató al
guía? Yo solo dije que lleven a mi grupo al campamento, que les den chocolate
y yo les diría quien fue. Los llevaron, y me volvieron a hacer la pregunta. Pero
no les habían dado chocolate a mis amigos, así que no contesté. El jefe mandó

a sus hombres que me ataran manos y pies y que me golpearan. Media hora
me dieron sin parar. Repitieron la pregunta. Yo dije como pude: tu mamá.
El jefe se enojó y mandó que me golpearan otros treinta minutos, y, que si
hacía falta me mojaran la cara y me dieran electricidad. Lo hicieron, y yo me
desmayé. Me desperté al otro día. Cuando me desperté no me preguntaron
nada, volvieron a hacerme lo mismo. Muchas veces. Me metieron la cabeza
bajo el agua, varias veces, me hacían caminar sobre clavos, y así tres días.
Creo. Me dieron solo agua una semana. Luego me dieron un plato de comida y
me preguntaron quien había hecho que el guía se suicide. Yo dije: tu tía.
Duplicaron el castigo. Yo no soporté más. Dije la verdad. Me liberaron. Me
dijeron que me vaya como pudiera. Tenía los huesos rotos, no me entraba un
golpe más… no tenía agua ni comida. Igual lo intentaría. Se acercó uno de los
hombres y me dijo, la verdad, para ser chico, aguantaste mucho. Toma tu
mochila. Tiene tres paquetes de alimento, unas vendas y una bebida. Unos
guías del campamento de la escuela me encontraron. Cuando desperté me
contaron que habían pasado tres semanas, que estaba en un hospital, en
Buenos Aires. Me hicieron fiesta y un gran recibimiento cuando volví a mi
ciudad. Me dijeron que era por salvarlos a todos. Habían encontrado el
campamento donde me torturaban, y lo atacaron. Al hombre que me ayudó ya
lo habían matado los otros, por traición. No pude volver a clases por un mes.
Antes tuve que volver a Buenos Aires, donde me interrogaron y me dieron una
medalla de honor por mi valentía. Unos meses después, unos iraquíes
destruyeron la escuela donde yo estudiaba.
Daniel Nicolás Frischeisen.

Actividad grupal

La valija (lo que me puedo llevar en ella)

Mi documento de identidad para no perder mi origen
Algún recuerdo de cada uno de mi familia.
El verde collar de mi mascota.
Demasiadas preguntas.
Mi querido celular, suficiente agua y alimento.
Aquellos momentos que pase con mi familia.
Este pantalón que llevo puesto.
Un baño, con todo lo necesario para mí.
Muchos familiares.
Y un escudo protector para defenderme.

Valija

En principio es importante llevar recuerdos y compañía.
Los recuerdos nos ayudan a superar momentos difíciles..
Cada uno elige tanto un objeto o algo que esté en nuestra mente y nos traiga
lindos momentos revividos..
La compañía la llevamos para no estar solos y siempre tener otro para
compartir. Pueden ser personas o mascotas.

Grupo: Yael Amallo. Francisco Griffiths y Gabriela Pérez.

En la valija llevaríamos:
*Recuerdos
*Suficiente alegría
*Algún momento y un lugar para poder nadar
*Cierta tarde de vacaciones
*Aquel sueño cumplido
*Pocos momentos de miedo

Grupo: Brian- Santiago- Sandra

Evaluación
Hacer un cuento breve a partir de una lista de verbos.
Había una vez un chico que estaba enfermo y tropezaba con todo.
Para calmarse y olvidarse de los problemas, se sentaba a escribir, luego
guardaba sus lápices. Un día, cuando de sintió mejor salió y cerró las puertas.
Mientras corría, vio algo brillante. Lo que encontró fue una piedra preciosa. En
eso pasaba su vecino y él amablemente lo saludó. Le comentó lo encontrado.
El vecino lo miró y lo sorprendió, llevándose la piedra. ¡Desapareció!

Mío, Agustín.

Un día mi mamá empezó a toser, entonces fuimos al médico. En el camino, yo
tropecé. Mi mamá me contó que estaba escribiendo una poesía, la guardó en
su bolso para llevársela a alguien. Cuando salíamos de la casa, cerró la puerta
y se encontró con una de sus amigas de la infancia. La saludé a Karen,
mientras ella le decía a mi mamá que estaba embarazada y le preguntaba si
quería ser la madrina. Mi mamá se sorprendió tanto que lloraba de la emoción.
Todo empezó a moverse en ese instante. Se descontroló todo. Mi mamá aún
con lágrimas en los ojos se dio cuenta de que todo, resultó ser un sueño.
Levi, Iara

El sobreviviente
En el año 2005 en la localidad de Trelew, un chico de dieciocho años llamado
Francisco Esbarra fue a las Bardas. El muy aventurero se alejò más de lo
debido. Solo con su mochila, su cuchillo, la botella de dos litros de agua, dos
latas de sopa, la brújula y el celular. Luego de unas horas, se perdió. Era de
noche. Se aproximaba una tormenta. El miró y dijo “esa tormenta se ve fea,
mejor encuentro refugio”. Y recordó que no trajo su carpa. Al pasar 45 largos y
cansadores minutos encontró una pequeña cueva, se metió y se dio cuenta
que tenía un zorro al lado. Tieso por el miedo se le quedó mirando, sacó
lentamente el cuchillo y el animal lo atacó. Francisco lo pateó, abrió el cuchillo y
lo espero para que ataque nuevamente, el zorro mostró sus dientes y lo
mordió. Él le hace un tajo cerca del estómago, dejándolo casi muerto. El zorro
con sus últimas fuerzas ataca por última vez y el chico le clava el cuchillo en el
cuello. Ya muerto el zorro, Francisco se sienta. Con una manga de su remera
se envuelve la herida del brazo y se dispone a dormir.
A las tres de la mañana se sintió un trueno. Al despertar vio que aún llovía.
Tenía hambre. Salió, tomó las ramas que pudo y entró, recordó que en el
bolsillo del lado derecho de la mochila tenía fósforos. Armó una fogata. Abrió la
lata de sopa con el cuchillo y la puso sobre el fuego. Una vez caliente la tomó,
junto con algo de agua. Miró su celular, no tenía buena cobertura.
Antes de dormir vio el zorro muerto y pensó que podría atraer otros animales
con su olor, entonces lo llevó lo más lejos posible.
Al otro día para subir, esperó un buen rato y tomó su última lata de sopa. Salió
de su refugio y caminó. Luego de un tiempo escuchó el ruido de una moto.
Corrió lo más rápido posible, le hizo señas y el motociclista frenó. Él le contó
todo lo que ocurrió y le preguntó si lo podía llevar a su casa. El motociclista dijo
que sí.
Una vez en su casa le contó a sus padres lo que le pasó y dijo: “no creo que
salga, por mucho tiempo.”
Mío, Agustín.

Anécdotas
Hace dos años Agustín y yo estábamos aburridos, De pronto se nos ocurrió
una idea. Pensamos en combinar una bicicleta con una patineta, Yo andaría en
la bici y Agus en la patineta, sentado.
Con una soga atamos la patineta a la bici. Agustín, además la sostenía en sus
manos. Yo aceleré, iba todo bien hasta que la patineta se chocó con el cordón
de la vereda. Los dos nos caímos. Nos reímos mucho y lo denominamos
SKATE EXTREMO.
Franco Islas

Hola, me llamo Fabio. Les contaré como conseguí el campeonato del 2015.
Un domingo a las 8:00 AM. Nos levantamos para ir a Gaiman. Siempre
habíamos tenido buena suerte, pero esta vez no. Fuimos a correr la
clasificación pero cuando corrimos algo andaba mal, se me rompió la caja de
cambios. Uy la re********…
No me quedó otra, tenía que largar último, con 30 autos adelante del mío. Por
suerte conseguí una nueva caja de cambio. La cambiaron lo más rápido
posible. La carrera final, fue épica. Cuando estaba pasando al puntero, un auto
me chocó. Terminé segundo. Pero con los puntos ganados anteriormente, me
alcanzó para ser el campeón de la categoría. ¡¡Entonces sí que lo festejamos!
Escrito por: Franco Islas

Fanático.
En una cálida tarde de verano, la familia de Francisco utilizaba un auto azul.
Tenían planeado venderlo. El chico no lo sabía. Disfrutaba el viaje sin imaginar
que ya no tendría más el auto que tanto quería.
Una mañana, apareció en su casa un comprador. Llegó a un acuerdo y se llevó
el auto. Francisco, que miraba por la ventana se alarmó y salió corriendo detrás
del vehículo, reclamando que era de él. ¡Si ese auto azul era suyo!
Desde entonces, sabe que es un fanático de los autos.
Grupo: Yael, Francisco, Gabriela.
Historia de un pescador
Un domingo a la madrugada, en Playa Unión, Humberto participaba de un
concurso de pesca de 24 horas. Cuando tuvo pique, ya pasando las diez horas
estaba muy cansado. En ese momento un pez tiró tan fuerte del reel, que lo
arrastró al agua. Lo llevó al fondo del mar. Allí había una cueva. No era una
cueva cualquiera, sino una mágica. Tenía el poder de transportarte a un mundo
paralelo. Lo llamativo de este mundo es lo que encontró Humberto. Los peces
pescaban hombres para que cultivaran vieiras, mejillones y algas marinas.
También había pulpos encargados de todo tipo de trabajos pesado, como
levantar cajones de alimentos y exportarlos a otras cuevas. Humberto, al estar
mucho tiempo, se relacionó con unos peces que le mostraron la salida para
volver a su hogar. Le pareció vivir allí por un año, aproximadamente. Cuando
salió supo que solo habían pasado diez minutos.
Estaba tan feliz de haber podido regresar, que prometió no pescar nunca más.
Leo Santillán.

La perdida
Cuando era chiquita fui con mi mamá al cumpleaños de mi tía. Apenas
llegamos pedí gaseosa, pero mi mamá me dijo que no, que esperara. Entonces
yo salí llorando de la casa y me fui a la plaza que estaba al frente. Como
lloraba muy fuerte, una pareja me subió a su auto. Me dijeron “tranquila, nena,
te vamos a llevar a un orfanato”.
Por suerte, pasaron al frente de la casa de mi tìa. Justo ellos estaban afuera y
me vieron . Salieron a perseguirlos hasta que nos alcanzaron. Me sacaron del
auto, yo no entendía nada, pero ahora somos felices, por siempre.
Grupo: Rodrigo, Aylen, Lucas.

Un día común en el barrio cantaba el bendito gallo del vecino Mauro, mientras
doña Nelly preparaba unas tortas fritas a las 5 de la mañana. Algo le llamó la
atención, había mucho ruido afuera. Observó por la ventana a dos autos que
estaban estacionados en la vereda. Ella los desconocía. Pasaba el tiempo y los
autos seguían ahí.
La abuela, ya fastidiada se preguntó ¡¿ qué les pasa a estos sabandijas?! Y sin
importarles quienes eran los dueños, tomó la manguera e inundó los autos.
Como si fuera poco, fue a buscar el cuchillo que estaba usando para cortar la
masa de las tortas y pinchó las gomas.
Los dueños de los autos no podían creerlo.
Desde entonces, nadie se mete con la abuela Nelly. Grupo: Sara,
Antonella. Iara

Nora, La abuela cibernética
Nora es una abuela que vive en Trelew, acompañada de sus nietos. Ella tenía
un sueño. Quería aprender a utilizar la computadora que le habían regalado.
Thiago, el nieto más grande, le dijo que abra una ventana, y que usando el
mouse, podrá comenzar un chat.
Nora se levanta, se dirige a la cocina, abre la ventana de par en par.
Los chicos se rieron mucho y volvieron a intentarlo. Después de muchas
ocurrencias de Nora, sus nietos lograron que ella entienda a qué ventana se
referían, aunque a esa, ella nunca logró abrirla.
Grupo de Brian, Sandra (su mamà) y Santiago.

Relatos increíbles.
Era un día como cualquier otro. Esteban estaba jugando como siempre en la
terraza, hasta que escuchó un ruido raro. Venía de la calle. Vio un hombre todo
lastimado. No sabía qué pasaba. De pronto empezó a sonar la alarma de alerta
por apocalipsis.
El chico se asustó tanto que se desmayó. Despertó y ya era de noche. Entró a
la torre de departamentos y se puso a buscar a sus padres. Se dio cuenta que
habían evacuado su edificio. Estaba solo y asustado. No sabía qué hacer.
Encontró el arma que su papá tenía escondida. La agarró y se suicidó, justo
cuando alguien dijo CORTE. Esteban no sabía que estaban grabando una
película.
Ciro Sena

En acción

Había una vez un planeta cercano a la tierra llamado ION. Allí colocaron a
cinco robots con distintos propósitos.
El primero, F2, tenía que guiar a los otros, porque era el que más capacidad de
entender tenía. El segundo robot, Lion 3, tenía el propósito de construir refugios
a medida. KM, el tercero, tenía la capacidad de detectar la vida del asteroide
tomando toda la información que fuera descubriendo. El cuarto robot, XW tenía
la tarea de rastrear la vida humana en ese mundo, aunque todos sabemos que
no hay probabilidad que haya vida en otro planeta por ahora. El quinto robot y
último era J1 que podía crear máquinas y tecnologías súper avanzadas. El
problema era que solo uno de ellos se debía quedar en el planeta. Para saber
cuál dejar, las personas que los enviaron, decidieron hacerlos competir.
Ganaría el que pudiese construir algo para que pueda haber vida humana en el
lugar.
El robot J1 estaba muy nervioso porque era su primera vez en competencia.
Sabía que los otros eran los mejores del mundo. Los demás estaban muy
confiados. Algunos habían estado en Marte, Neptuno, y hasta en galaxias tan
grandes y secretas que nosotros no nos enteramos. Cuando llegó el día, F2 les
dijo: Robots, hoy tendrán que conquistar a los jueces con una máquina. No
cualquier máquina sino una que pueda crear suficiente oxígeno como para que
acá haya vida humana. J1 pensó, calculó, recalculó y dijo que ya sabía lo que
iba a hacer. ¡Por qué no crear una cápsula que cubra la mitad del planeta, o
una plataforma que genere oxígeno! Así fue como ganó. La Nasa lo eligió y J1,
fue puesto en acción.


2ª 2ª 724 reflejos

Amallo Yael
Canella, Valentino
Carinelli, Enzo
Frischeisen, Daniel
Funes, Antonella
Griffiths Francisco
Huenelaf, Alelen
Islas, Franco
Kohler Mancuche, Rodrigo
Levi, Iara
Mío, Agustín
Montecino, Santiago
Moreira, Sara
Quiroz, Lucas
Roa, Kevin
Santillán, Leonel
Sena, Ciro
Vera, Facundo
Walker, Brian

PROCESO 

Escuela: E.S.E.T.P. 724 David Lloyd Jones s/n Trelew Chubut

Los alumnos de 2ª2ª de la E.S.E.T.P. N ª 724, “Dr. Umberto Illia” de la ciudad
de Trelew, Chubut, quieren compartir algunas de sus producciones áulicas del
año 2018.
Hoy llega a sus manos el resultado de distintas actividades. Por ejemplo, un día
leyeron un micro relato de Pep Bruno, que, limitado por los 140 caracteres del
twitter, sube a las redes sociales distintos relatos. Desde allí, hicieron sus
propias narrativas. Otro día compartieron el aula con familiares y todos juntos
armaron poesías, registraron anécdotas familiares y pasamos una mañana muy
productiva y distinta.
Luego de leer “Tomillo aprende a ser guanaco”, un cuento realista de Hebe
Solves, se inspiraron para hacer hermosos trabajos.
Incorporamos además ejemplos de una evaluación donde utilizaron verbos,
aplicaron las conjugaciones y armaron un bello relato.
El proyecto está realizado en formato artesanal, con un ingrediente novedoso.
Quisimos reflejar nuestra esencia. Los chicos cursan la escuela técnica.
Incorporamos tecnología a los saberes de Lengua y Literatura. Los textos aquí
escritos fueron grabados y mediante un dispositivo que algunos de los alumnos
incorporaron junto a sus profesores de taller, se oyen sus voces al dar vuelta la
página. El autor relata su obra, sumándole así valor agregado a su producción.
Estamos felices por tantos logros. Las que están aquí reflejados, los que
seguirán en nuestras carpetas, por una u otra razón, e incluso los que aún
están en nuestra imaginación.
Como docente estoy muy orgullosa, por haber podido aprender tanto de mis
alumnos, y porque ellos se animaron a convertirse en escritores. Este juego
literal, quizá quede solo en este intento. Sin embargo, también es posible que
sea el embrión de vastas producciones personales o grupales.
Lo hicimos con ilusión, esperamos que lo recibas con felicidad. Que las
palabras dejen lugar a la emoción que nos provoca compartirlo contigo.

Alumnos de segundo segunda, 724, junto a la docente Marìa Rosa Bonavìa.

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